Embarazo

Pruebas de orina en el embarazo

El análisis de orina es una prueba muy útil para controlar el embarazo y se realiza aproximadamente una vez al mes. Para obtener resultados fiables, es importante realizarlo correctamente; veamos cómo.

El análisis de orina es una de las pruebas más frecuentes durante el embarazo. Suele prescribirse en el primer examen obstétrico y, después del primer trimestre, una vez al mes aproximadamente.

Esta prueba sencilla, no invasiva y sin riesgos, es muy útil para controlar la evolución del embarazo y proporciona información valiosa sobre la salud de la futura madre.

¿Para qué sirve un análisis de orina en el embarazo?

El análisis de orina detecta y mide la cantidad de diversas sustancias presentes en una muestra de orina, como azúcares (glucosa), proteínas, células sanguíneas y bacterias.

Esta información permitirá al ginecólogo o a la matrona descartar la presencia de infecciones urinarias, como la incontinencia urinaria. Cistitis  complicaciones del embarazo como la diabetes gestacional y la preeclampsia.

¿Cómo se lee el informe del examen?

Para ser interpretado correctamente, el informe del análisis de orina debe ser evaluado en su conjunto por el ginecólogo o la matrona.

Sin embargo, en términos generales, podemos decir que consta de dos secciones: la prueba química de la orina y la prueba del sedimento de la orina.

Examen químico y físico de la orina

En esta parte del examen se analiza la densidad, el pH, el aspecto y el color de la orina. Esta información puede utilizarse, por ejemplo, para saber si la madre está bebiendo lo suficiente o si hay alguna infección.

Además, el examen incluye la detección y el análisis de ciertas sustancias que pueden proporcionar indicaciones útiles sobre la salud de la futura madre, entre ellas:

  • glucosa – por encima de un determinado umbral puede hacer sospechar de una diabetes gestacional;
  • proteínas: en cantidades elevadas podría indicar una infección del tracto urinario, mientras que la presión arterial elevada podría ser un signo de preeclampsia;
  • Hemoglobina: indica la presencia de sangre en la orina, que podría estar causada por una cistitis hemorrágica, por ejemplo.

Examen del sedimento urinario

Para realizar esta parte del análisis, se centrifugan unas gotas de orina y se examina al microscopio el sedimento depositado en el fondo del tubo. El examen puede mostrar:

  • glóbulos rojos (eritrocitos/hemias): indican la presencia de sangre en la orina;
  • glóbulos blancos (leucocitos): un número elevado es un signo de inflamación o infección de las vías urinarias;
  • bacterias u hongos: si están presentes, pueden indicar una infección urinaria.

¿Cómo se hace el análisis de orina?

Para realizar esta prueba, hay que recoger la primera orina de la mañana en un recipiente, que debe ser estéril si también está previsto realizar un urocultivo.

Antes de la recolección, conviene lavarse bien las manos y las partes íntimas, con un detergente suave.

En este punto, el recipiente puede llenarse con la llamada micción intermedia de orina. En esencia, esto implica:

  • empezar a orinar;
  • detenerse un momento y sólo entonces colocar el recipiente bajo el flujo para llenarlo;
  • Cierre el recipiente y termine de orinar normalmente.

De este modo, sólo se utilizará para el análisis la parte central de la orina, mientras que la primera (que puede estar contaminada por la micción anterior) y la última se descartarán del análisis.

Por último, es importante entregar la muestra al laboratorio para su análisis en las dos horas siguientes a la recogida, para evitar alteraciones que puedan dar resultados poco fiables.

Como alternativa, el envase puede guardarse en el frigorífico durante un máximo de 12 horas hasta su entrega.

Fuentes